lunes, abril 12, 2010



El último vestigio de tu mirada

se fundió con la danza humeante

de aquel café del adiós, un día cualquiera

en, ya no me acuerdo dónde.

El último suspiro de tus ojos,

se escondió tras un adiós tan breve como letal,

y se mezcló en un impredecible

mar de almas.

Esa danza de humo y mirada herida

se retuerce alrededor del tiempo,

abriendo grietas al olvido, reabriendo heridas

al destino.

Como una burla a los sentidos,

tus palabras se congelaron en mis manos

para derretirse más tarde al abrigo del recuerdo,

mientras te respiraba entre gritos ahogados

y maldiciones que no puedo repetir.

Ya no es ni siquiera mi vida la que vivo,

es la lucha de mi cuerpo contra el letargo,

la eterna batalla de los corazones, contra la soledad.

Mientras mi espada se hunde en tu historia,

la sangre de tus dioses baña mis costas

y tiñe mis pies desnudos del color del adiós.

Ya no me queda ni tu mirada,

Ni el humo del café bailando esa danza trágica,

La mirada del tiempo

Ya no me queda ni el último vestigio de tu mirada.

Pero te amo hoy, te amo desde siempre,

aunque no conozca tu cara

y tu contorno se me torne incomprensible,

aunque la sangre que entre mis dedos se derrama,

tenga olor a despedida, gusto a soledad,

aunque desaparezca en alguna calle de estas...

el último vestigio de tu mirada.

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