viernes, abril 16, 2010



Caminemos media hora…

Es una tarde hermosa y me asombra la manera en que el tiempo me acompaña con sus pinceladas de sol sobre el paisaje. Por algún motivo siento que me saqué una mochila muy pesada de los hombros y mi paso se hace leve sobre estas veredas que se suceden unas tras otras sin que casi lo note. Mi cuerpo me lleva… me acompaña, es mi silente compañero, no se queja y no me falló en los momentos más difíciles, siempre palpitando y haciéndomelo todo mucho más sencillo.
Algunos se aturden para no escuchar los reclamos de la cabeza y el corazón, pero para bien… o para mal no es mi caso, esas otras voces mías, pueden hacerme sufrir más de lo que creo soportar o bien me ayudan a abrir o cerrar puertas y es solo por eso que elijo la soledad para que puedan expresarse y aunque preferiría no escuchar algunas cosas, también es cierto que elijo la verdad, a una mentira piadosa, será tal vez, porque me hace sospechar que la piedad es para la persona que oculta, por evitar alguna reacción. Me enoja mucho cuando entiendo que alguien usa las verdades como puñales… solo por herir.
Muchas personas pasan a mi lado y yo apenas percibo sombras… siempre fue así, yo… dentro de mi cuerpo, a salvo, aunque sepa que no hay nada en mi apariencia que aleje el peligro, que me muestre como alguien fuerte, pero algo hay en mi apariencia que me protege. Y pienso en el pasado, pero ya no desde la desesperación por saber que estuvo mal… no fue fácil… pero pude cambiar eso, algo me estaba llamando desde la distancia, pero por algún motivo me asustaba tanto que hacía un esfuerzo muy grande por ser sorda y ciega, pero eso no se puede sostener por mucho tiempo. Un día volví muerta de miedo a enfrentar esos recuerdos que me llamaban desde una profunda oscuridad. No voy a decir que nada pasó… tal vez pasó mucho más de lo que suponía… pero estuvo bien, fue lo mejor, no había nadie a quien culpar y entonces decidí que yo tampoco era culpable, tal vez por mi inocencia… tal vez porque aunque a veces no lo quiera ver, soy tan humana como cualquiera y porque después de todo no hay otra manera de crecer y el dolor en definitiva es inevitable.
De pronto me doy cuenta que de la media hora de caminata que tenía por delante, solo me quedan pocos minutos y me siento muy bien, pero es inevitable que recuerde unas cuantas escenas de madres maltratando a sus hijos y eso saca del equilibrio, no soporto ver como los más chiquitos son víctimas de tanta violencia e injusticias y seguramente no es más que una reacción de esa madre que seguramente también es víctima de algo más. Y me siento muy mal, por mi inercia, por mantenerme al margen… por mi impotencia…
Ya estoy llegando, solo falta una cuadra y retomo mi pensamiento inicial, la tarde esta hermosa… puedo sentir el sol que me da energía y solo espero que otras personas puedan sentirse tan en paz como yo en este momento…
¿Te animas a caminar una vez más conmigo?...