martes, febrero 13, 2007


Desafiando su atadura.

El corazón se me asfixia en lágrimas oprimidas,
el cielo se ensombrece en grises de indecisión,
en un hueco insondable se anegaron mis sueños,
paralizados y omisos en busca de una elección.

¿En dónde quedó el tiempo retenido en mí memoria?
¿Quién me tendrá en su presente como un retrato pueril?
¿Cuál de todos mis errores ha causado menos daño
y me redima en los años que me queden por vivir?

La soledad me corteja como sutil paradoja,
y entre sombras me hostiga como anónimo rival,
que desafiante me aguarda con satírica malicia,
perpetuándome los yerros en inclemente ritual.

Abrazada de cariño en irónico contraste,
como sol entre lluvia, como azúcar en la sal,
como viento en las cadenas desafiando su atadura,
como río de agua dulce confluyéndose en el mar.

Con preceptos privativos de ultrajadas sociedades,
sojuzgada por un tiempo de tiránica impiedad,
donde la vida apagada resurgió de sus cenizas,
con el alma hecha trizas... se irguió en insigne paz.

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