jueves, febrero 03, 2011



CUENTO: Sufro por no sufrir

Prólogo

Isfroid Adfloí habita en unplaneta desconocido por los humanos y poco recordado por ella misma, ésta joventiene algo que la distingue de entre los demás, no tiene la capacidad deproducir llanto de verdad, sin tener que fingirlo; ella no es capaz de sentirningún sentimiento negativo que le haga llorar con sinceridad. Siempre sintióamor y alegría, pues creció en un ambiente familiar colmado de paz, pero estono la llenaba como persona, para ella era aburrida y monótona su vida.

Su existencia da un girodescomunal cuando en su desesperada búsqueda por reconocer el dolor, encuentraun libro que le cambiará la vida, pues ahí dentro estaba la respuesta a suproblema. Y ella haría hasta lo imposible por lograr su meta, sin importarlenada, ni que deba hacer para conseguirlo.



I

Aquí me encuentro, sumergida en la soledad, explorando mi pasado yvigilando mi tranquilidad. Soy Isfrod Adfloí, una joven de veintitrés años,habitante de Osdaníc, un país bastante lejano, ubicado en el centro de la líneaimaginaria que divide el oriente y occidente del planeta; no sé si de verdadexiste, pero en éste momento me es un tanto complicado sentirme segura porcompleto.

No soy una persona importante, pero siendo franca, eso nunca me quitó elsueño, el poder y la fama para mí no fue un ideal por que intentase luchar. Misaspiraciones siempre se basaron en cosas más profundas y consecuentes quesimples deseos materialistas. Viví hasta los veintiún años con mis padres, veintiúnaños repletos de amor, paz y comprensión; bastante aburrido y monótono a decirverdad.

II

En Osdaníc hay mucha gente extraña, con dones especiales y también comunesy corrientes, así como yo. Lo que todo el mundo desconoce es quién soyrealmente; pues poseo una anormalidad que me ha atormentado toda la vida: Estoyseca, pero no por falta de hidratación, ó por carencia de humedad; mi alma o mimente se niegan a sentir una sensación bien particular; es algo confuso, perotrataré de explicarlo bien. No he sabido lo que es sufrir; siempre fingí sentirtristeza, sufrimiento y agonía. Soy una buena actriz, pero eso no me satisface;nunca confesé esto a nadie, excepto hoy que me desahogo gracias a este lápiz ypapel que a duras penas pude conseguir.

Sé que es difícil de creer, pero desde que soy una infante nunca nada tocómi corazón hasta el punto de herirlo, al extremo de lastimarlo o de hacerlosentir a él y a mí aquello que apaciguaría mis dudas e incógnitas, eso quetanto deseo para sentirme completa y tener paz en mi interior, ansío llorar consinceridad, sentir agonía, odio o sufrimiento. Sí, quiero llorar, pero no dementiras, sino por los motivos por los que todo el mundo lo hace. No es justoque no pueda estar completa, necesito subir mi autoestima; quiero sentir ladesdicha.



III

Ser buena actriz me fue útil en el transcurso de mi vida, pues de niñacuando mis padres me castigaban, hacía del momento un acto magistral, digno decualquier premiación, si de un concurso que de actuación se tratara, pues misexpresiones de sufrimiento siempre los hacía ceder a mis peticiones, perodespués de eso todas las veces quedaba en mí ese vacío que me hacía pensar ybuscar una explicación. ¿Por qué sólo puedo sentir felicidad, amor, cariño ytodas esas cosas aburridas? ¿Algo anda mal en mí? ¿Qué se sentirá llorar con elalma?

Todas esas interrogantes dan vuelta en mi cabeza constantemente y es lo queme obligaba a ver películas de Drama, leer novelas con finales muy trágicos,escuchar Ópera melancólica, entre otras cosas que son consideradas lo bastantedeprimentes como para hacer llorar a cualquier mortal; pero no obtuve losresultados que esperaba. En las películas veía a todos llorando y sonando susnarices, por lo que me sentía fuera de lugar y comenzaba mi repetida escena dellanto; cuando leía las novelas hacia un eminente esfuerzo por sentir lo mismoque los personajes, pero lo máximo que conseguía era llorar frente a mi padremintiéndole diciendo que era muy buena y así me diese dinero para comprar otray seguir intentando; en cuanto a las Óperas, pues simplemente me producía ganasde danzar por toda mi habitación.

IV

Quiero compartir con alguien más mis pensamientos, y aunque no es unapersona consiente éste papel, al menos me siento un poco menos comprimida depensares; a demás, no estoy haciendo daño a nadie; o por lo menos ya no lohago.

A los 21 años exactos mi vida tomó un sendero diferente al que todoshubieran pensado que tomaría. Entre mis constantes visitas a la bibliotecabuscando desesperada historias dramáticas, novelas nostálgicas y demáscontenidos similares; conseguí un libro cuyo adornamiento exterior saltó a misojos como una violenta estampida, mi primera impresión fue pensar que era unlibro que poseía una portada muy bien trabajada, por como lucía, era plateadoen las tapas de la portada y contraportada; con las letras del título doradassuperpuestas en relieve sobre ellas, y con un idioma inentendible para mí.Pensé que quizás había sido construido con metales extraños triados de otroslugares o tal vez hasta otros planetas, pues en mi país se habían hecho cadavez más aceptables las expediciones para explorar otros lugares del espacio.

Me senté y empecé a hojear sus páginas, poniendo atención en los títulostan extraños de los contenidos que tenía en su interior "El brazalete de lapaz", "Lápida de la sabiduría", "Rocas de la Fortuna", "Agua de la eterna salud"; eran nombresmuy raros, pero no los leí pues imaginé que se trataba de historias mediocres yasí mi vista se limitaba a ver sólo los encabezados. Pero eso cambió porcompleto cuando leí "La cadena de la máxima desdicha" mis ojos se abrierondesproporcionadamente y los músculos de mis manos se tensaron, como un reflejopropio del impacto mental que sentí al leerlo. Mi memoria es mala,ridículamente se me olvida todo, pero lo que decía bajo ese título lo recuerdocomo si al cerrar mis párpados tuviera aún esa página frente a mi rostro.

V

La cadena de la máxima desdichaes el artefacto Nº 65 de la lista, ha sido traído de Fraseéd, el 5to planetadel sistema solar Nº 9.875.

Su función puede catalogarse envarios segmentos: Con éste objeto os podréis vengar de vuestro enemigo confacilidad, podréis marchitar la felicidad de aquel que os molestéis con tansolo su presencia. En resumidas cuentas el poder de la cadena produce el peorde los sufrimientos, llorar se convertirá en un hábito para el ser que osprefiráis afectar.

Para que el codiciado objetotenga un eficaz efecto debe pasar por la correcta ejecución de varios pasos,nada fáciles de llevar a cabo; tendréis que ser una persona fría sin nada másen el corazón que el deseo por cumplir vuestro cometido:

1._ Pensar 10 veces en elmotivo por el cual queréis provocar el sufrimiento del alma del prójimoelegido.

2._ Sumergid los eslabones dela cadena en vuestra sangre, el dolor no debe detener vuestros deseos, alcontrario, debe fortalecerlo.

3._ Secar en su totalidad lasangre sobre el metal; con un pañuelo ungido en las lagrimas del practicante deéste rito.

4._ Colocar de manerahorizontal, en sentido norte-sur y escribir bajo la misma el nombre y apellidodel que va a ser afectado.

5._ Todo esto debe ser en eltiempo lunar, es decir cuando las 3 lunas de nuestro planeta formen eltriangulo a los 95 días del año. La luz de las lunas darán por terminado todo yesa persona se deberá despedir de su dicha.

VI

Corrí aún sin poder creerlo a la mesa de la bibliotecaria y pregunté sobreel libro, aún con las manos temblorosas. Me terminó por explicar que era unlistado de cosas que según el libro poseían dones especiales y que hubotestimonios de personas que encontraron varias alguna vez, obteniendo lo quequerían, y que esos objetos encontrados están en un museo de Moriyadat, un paísalgo retirado de Osdaníc; Pero que hasta ahora no habían sido comprobados sus supuestosdones, puesto que el libro tenía 250 años de antigüedad. Me apresuré y preguntési el artefacto número 65 había sido encontrado alguna vez; ella me respondiómirándome de una manera extraña, como si estuviera fuera de lugar lo que lehabía consultado. Pero con educación me dijo que efectivamente lo habíanconseguido hace 95 años y que estaba bien custodiado en el museo queanteriormente me había mencionado.

Pedí prestado el libro con mis derechos de suscripción a la biblioteca,pero me fue denegada la solicitud ya que pertenecía a los libros más valiososdel lugar y no había copias del mismo. Me fui a casa ese día con una grandecepción pero extrañamente tranquila; seguro se debía a la anormalidad que meconsumía la poca cordura que quedaba en mí. Por varios días no hice más quepensar en el famoso libro, pues estaba desesperada y ahí estaba la solución alo que por toda mi vida había soñado, aunque muy descabellada pero no teníaotra, la medicina y consultas psiquiátricas no eran una buena opción; mecatalogarían de loca por lo menos. Entonces, a partir de ese día se convirtióen un hábito ir a ese lugar, pedir ese libro y leer los párrafos que conteníanla supuesta información de la cadena que le daría solución a mi aflicción.

Varias semanas pasaron desde aquel acontecimiento y cada vez mispensamientos era más descabellados y sin sentido alguno. Pasaría poco tiempopara que me creyera lo que el libro decía y pusiera manos en el asunto.

VII

En uno de mis múltiples encuentros con el antiguo texto de cubierta metalizada;entré en una especie de trance, que no era más que un ataque de locura ydesesperación; todo pasó por mi mente en un instante. Sí, debía hacerlo, notenía otra salida, así fuese lo último que hiciera en mi vida, debía intentarpor este medio remediar mi mal. Pues mi vida se había convertido en un absurdo,las personas no deben vivir si no están satisfechas con lo que son, éste era micaso. De cualquier forma debía emprender un viaje a Moriyadat para, por lomenos ver el objeto que se había transformado de repente en la única cosa quepensaba.

Una noche tomé la decisión finalmente, iba a viajar al museo, me mantuve lomás firme posible en mi decisión. Era tarde y cené como de costumbre con mifamilia, sin que nadie sospechase nada de lo que tenía en mente, pues era unabuena actriz. Tenia empacado en un bolso pequeño sólo lo esencial; planee elescape con mucha cautela, pues mis padres harían hasta lo imposible porencontrarme; no podía permitirlo, al menos no hasta alcanzar mi meta.

Todos dormían y bajé las escaleras de mi habitación, sin poder evitar uno odos rechinidos de las tablas, pero sin despertar a nadie afortunadamente. Abrícon cautela y entré a la habitación de mis padres, los miré pero no entré conla intención de despedirme, para nada; sólo entré para buscar el dinero queallí guardaban, era obvio, no podía ir a ningún lado sin dinero. Me apresuré ameterlo en mi bolso y salí lo más silenciosa posible. Hasta salir de mivecindario y luego avanzar en mi camino sin mirar el trecho que dejaba tras demí. En el amanecer, ya debería estar muy lejos.

VIII

Una curva veloz hizo que despertara de mi sueño, pues mi cabeza golpeó laventanilla del transporte subterráneo; de inmediato pensé que todo había sido uninvento dentro de mis sueños, pero no era así, miré un pequeño bolso gris a milado y supe en ese momento que todo era verdad, había huido de mi casa, dondenadie me encontraría, pero iba en busca de aquello que me haría sentir completacomo persona; era por una buena causa y nunca nadie me comprendería. En missueños y pensamientos se repetían con frecuencia los acontecimientos de lasúltimas semanas, como un repaso para recordar por qué debo ser firme en midecisión, sin ni siquiera pensar en desistir de mi idea.

Durante el viaje que había emprendido, esta vez en transporte aéreo, muchasideas colmaban mi imaginación y surgían nuevas preguntas en mi cabeza, pues¿Qué lograría yo con sólo mirar aquella cadena? No iba a valer la pena talsacrificio para no remediar nada; tenía que hacer algo más, obviamente elartefacto, según el libro, no funcionaba con tan sólo verlo, entonces ¿Para quehabía hecho todo eso? De nada iba a servir tanto trabajo en dirigirme hasta Moriyadat.

De repente la ira se apodero por completo de todo mi ser, me sentíaimpotente sin poder hacer nada más que solo visitar aquel museo como cualquierotra persona. No podía permitirlo, así que utilicé todos los días que faltabanpara llegar al lejano país e idear un plan, pero para terminarlo tenía primeroque conocer el lugar, sus custodios y otras cosas que le darían más forma a loque tenían en mente. Ya no me importaba nada, no pensé ni en consecuencias nipeligros, el deseo me consumía por completo.

IX

Faltaban horas nada más para culminar mi viaje, mis manos sudaban por losnervios y mis ojos estaban tan atentos como los de un cazador. Esas pocas horasse hicieron más largas que todo el resto del viaje, no sabía por qué pero ya nome reconocía a mi misma, era algo que ya me había transformado, mi gran ideapor ser como los demás se había convertido en mi propósito de vida.

Llegué a la estación de aterrizaje aéreo, estaba tan cerca; no lo podíacreer. Un recuerdo de mi familia atravesó mi cabeza como un relámpago, pero nome detuve a pensar en ellos, lo único que me movía eran las ganas por llegar deuna vez y por todas. Para explorar el lugar, tomar todos los detallesnecesarios y así culminar mi plan. Ya estaba decidido, La Cadena De La Máxima Desdicha sería hurtada,yo la tendría; sería mía y de nadie más.

X

Antes de entrar, primero le di un gran recorrido al sitio, con extremocuidado, no quería pasar por alto ningún detalle. Había unos siete guardiasafuera y aproximadamente cinco dentro. Me decidí a pasar y entonces observé todolo que se exponía en el museo; muchas pinturas y artefactos que habían sidotraídos de otro planeta, el cual tenía el nombre de uno de los cuatroelementos, sólo no recuerdo en este momento cual era. Pero sé que ha sido elmás estudiado por los científicos de Osdaníc, incluso muchos de los avances demi mundo se deben a esas expediciones.

Permanecí lo más serena posible para no llamar demasiado la atención, yaque soy buena actriz eso no me causó gran problema. Pero hasta con lo buena quesoy en la actuación, me resultó difícil mantener la calma cuando miré unletrero con aquel idioma extraño que tenía el libro en su portada; estaba sobreuna puerta en dorado y plateado, desbordando opulencia en el lugar. Respiréprofundo antes de aproximarme a las vitrinas; miré unas rocas a la izquierda,unos libros viejos a la derecha, un frasco transparente de cristal con unlíquido de color rojizo en su interior, entre otras cosas. Pero mi cuerpo sevolvió incontrolable al punto de comenzar a temblar y de sentir como mi sudorbajaba por la espalda. Pues pude ver una cadena de metal oxidado dentro de unavitrina en una esquina de la habitación que nadie se tomaba la molestia deobservar, quizá a simple vista parecían la cosa más estúpida que pudieraexistir.

Pero yo la miré como si fuera el motivo de mi eterna salvación, como eltesoro más grande que se hayan imaginado. Permanecí varios minutos frente aella y sentía como su energía me debilitaba, no sé si eran sensacionesinventadas por la ferocidad del momento, pero es lo que recuerdo haber sentido.Salí del museo con la mente más enfocada que nunca; esa noche sería mi noche,la que siempre había esperado.

XI

Era tarde y ya todo el mundo quizá dormía en la cuidad, estaba sudada ylucía como si hubiera pasado un mes en una isla desierta. Un solo guardiacuidaba la entrada, estaba medio adormecido; fui lo más sigilosa posible hastaacercarme a él, sin que se diera cuenta de mi presencia tomé una roca y la dejecaer sobre su cabeza; se escuchó un gemido y un temblor fue el ultimomovimiento de aquel hombre. No me detuve ni por un segundo y proseguí aquitarle el manojo de llaves que colgaba de su cuello, miré a todos lados ytodo marchaba bien, abrí la puerta principal y todo permanecía en calma, perocon uno que otro murmullo que se escuchaba a lo lejos, los demás guardiasconversaban al fondo de sitio. De puntillas y con extrema rapidez esquivéalgunos rayos color naranja y verde que atravesaban algunas partes de la sala.

Para mi sorpresa y agrado, cuando por fin pase por el arco de los extrañosmetales, era el área que menos seguridad tenía, debió ser por el mismo motivopor el cual casi nadie lo visitaba. Tomé la pequeña vitrina que tenía dentro lacadena, pero al instante en que la palma de mi mano tocó el cristal un sonidoexageradamente alarmante pareció dañar todo mi plan. No lo podía creer, eraalgo increíble, las luces de todos colores y el sonido que me atormentaba y meobligaba a llenarme de desesperación

Escuché a lo lejos correr, y vehículos con un sonido parecido al de laalarma que había activado por ignorancia. No podía permitir que todo de echarapor la borda; lancé con todas mis fuerzas la vitrina de cristal contra elsuelo, la cadena rodó unos dos metros, corrí en su búsqueda y luego busqué enel interior de mi bolso un pañuelo y unanavaja que traía conmigo; las manos me temblaban, estaban cada vez más cerca oquizá revisando las demás habitaciones donde había objetos de mayor valor.Pensé rápidamente diez veces en el motivo por el cual había cometido esa locurade tal magnitud; luego con la navaja en punta golpee la palma de mi mano conuna fuerza arrolladora, tomé la cadena y empecé a empaparla con todo el montónde sangre que salía de mi herida, el dolor era insoportable pero no meimportaba en lo absoluto. Continué con el procedimiento que me sabía de memoriay coloqué los eslabones horizontalmente en sentido norte-sur, saqué un lápizdel bolso y escribí mi nombre con toda la furia que podía sentir; por el acosomental que me producía escuchar tal alboroto afuera. ¿Qué estaba sucediendo? ¿Porqué no ocurría nada? Excepto el sangrar de mi mano que empapaba cada vez más elpiso.

La puerta se abrió y minino habían doce guardias tras ella, me apuntaroncon sus armas, pero yo estaba en medio de un transe. Dejé que me tomaran, nadame importaba, ni siquiera pensaba en lo que me estaba sucediendo, solo pensabaen qué había hecho mal.

XII

Hoy en día me encuentro en el C.D.R.P.D (Centro de Restricción ParaDelincuentes) otra gran idea surgida de ese planeta, donde son expertos enseparar a las personas por tipos, razas, colores, ocupaciones y gustos; cómo loodio.

Paso la mayor parte del día sola, salgo sólo para comer, la escena de aquelmuseo no desaparece de mi memoria, he deducido que me faltó un paso muyimportante; el que quizá me habría costado más que los demás y por ladesesperación no pude ni siquiera recordar: No sequé la sangre con mislagrimas, mi mente se encuentra en un colapso, no puedo más con la frustración.

Pero por lo menos tengo un consuelo: En la noche de ayer estaba desesperadahasta el límite. Nunca había sentido tal cosa; el recuerdo de mi intentofallido de robo, la culpa por haber asesinado a un inocente, la nostalgia pornunca más ver a mi familia, y sobre todo el gran vacío de no estar completaaún; hizo que una lagrima del ojo izquierdo saliera de repente y rodara por mimejilla. Me sorprendí de tal forma que aún no se si fue real. Sin embargo, esla única experiencia sincera de llanto que he tenido en mi vida. Pasar tantotiempo sola cambio algo dentro de mi. Por eso decidí escribir esto; he llegadoa mi cometido, mi vida ya cumplió con la función que designé para ella en estemundo.
Escrito por: Luiggy Guillém

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