martes, febrero 01, 2011



Ahogadas de letras

Noble la inocencia, profano el encierro,
la ira en el risco desglosando el cerco.
No andaré sola sobre este desierto…
vuelan mis gaviotas de plumaje etéreo.

Frágil voz de de plata que anida expectante
bajo la escalera de lo inquebrantable.
Vestigios de antaño doblegan la apuesta,
rompiendo el designio de su luz gemela.

Marfil de la noche que el fuego rebasa
el carril de un temple sellado en la causa.
Se desprende el lazo gris de la ignorancia,
bajo aquellos ríos plagados de causas.

Y dejo el silencio sobre las paredes,
que albergan recuadros sobre los simientes.
Y dejo aquel libro que escribió la vida
en las hojas ocres que vestían los días.

Tal vez esa roca que irrumpe en el valle
origine el lecho junto a los desplantes.
La fe oprime el pecho… quieto y desvelado,
tras el trino errante que surca los lagos.

No dejes mis manos ahogadas de letras,
Colgadas del techo junto a las miserias.
Bendita la vida… lejano el deseo…
pudiera tomarme las manos sin miedo.

La pena se expande frente a mis pupilas…
prefiero ese verso de la letra henchida.
Ahora se frena en la frase amorfa…
canción del inicio cargada de gloria.

No sé cuanto falta de camino austero,
no sé si ha podido cotejar mis hechos.
Agito mis alas y me quedo inerte…
el cansancio acucia sobre los grilletes.

La espada de un ángel trayendo victoria,
al fuerte infortunio que pintó la historia.
La gema, un diseño pintado sin daño,
se aclara en los sueños y los desencantos.

Palpita una copla de aliento ligero,
sobre la admirable doctrina del tiempo.
Apacigua el fértil ritual del bramido…
descansa el creciente sentir del hastío.

A la vera estaba plácido en su limbo,
como un recio acorde de sonar furtivo.
Al viento, a la noche, a la voz serena…
arpegio afinado que aguarda la vuelta.

Norma Marchetti
29/6/10

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